La ofrenda de tu Yo al otro
Queridos amigos, querida Tere, querido Manuel:
Voy a adoptar la primera persona del singular porque no podía ser de otra manera al tratarse de vosotros. Recuerdo con total nitidez el momento que me comunicasteis que ibais a contraer matrimonio. No sé si en aquel instante pude transmitiros mi alegría y emoción por la recién conocida noticia, pero por si os quedó alguna duda, dejo constancia de aquellas emociones en esta carta improvisada que os escribo.
Por mi labor, ocupo un lugar privilegiado en las ceremonias. De manera sigilosa me convierto en testigo gráfico de los “Sí, quiero” hecho que me produce una gran satisfacción al ser casi el abanderado de ese grupo de exploradores que han descubierto que es posible quererse para toda la vida, comprometerse… Además, mis más de 20 años de matrimonio me confirman una y otra vez que la palabra obsequio tiene un significado más extenso del que habitualmente se le asigna, y es sin duda esa ofrenda de tu yo al otro, lo que mueve al mundo, lo que confiere fuerza, lo que alivia cualquier situación difícil…
El matrimonio no es la meta de nada queridos amigos, como erróneamente muchos consideran, el matrimonio por el contrario es el comienzo de un placentero paseo de a dos. Un paseo que os permitirá contemplaros, recrearos, superar cualquier obstáculo de la manera más amorosamente que decidáis.
Es un reto arriesgado, pero un reto apasionadamente hermoso. Por lo tanto, no tengáis miedo de afrontarlo, aunque no veáis las redes en las que caer, aunque la apuesta sea al todo o nada, afrontarlo, porque como decía San Juan “si os amáis, habréis logrado la inmensidad”.
Ahora, si me lo permites Manuel, me voy a dirigir a Tere.
Teresita ibas preciosa el día de tu boda, la elección del vestido como tú misma me contaste, no pudo ser más acertada, un traje sin duda con el que dejabas entrever ese carácter tuyo sencillo y a la vez brillante que tan luminosa te hace ser. Las rosas blancas de tu ramo eran tan sólo una prolongación de ese alma tan inmaculada que posees y que nos cautiva a todos los que tenemos el lujo de llamarte amiga. En realidad estoy seguro que fue ese alma tan tuya lo que llevó a Manuel a decirte ese domingo de Ramos “Estoy seguro que un día quiero ir ContigodeBoda” Y llegó el día, y llegaste tú haciendo tu entrada en el Convento Nuestra Señora del Loreto, y llegaron el resto de amigos dedicándoos sus mejores textos, y llegaron las imágenes conformando una acuarela de recuerdos (Acuarela Fotógrafos) y llego el sabroso banquete (Catering Abades) … En definitiva, llegó vuestra boda en la que pude seguir confirmando que estar enamorado es el mejor escudo frente al mundo.
Gracias por permitirme estar, gracias por ser como sois y que tu Virgen de la Piedad, Manuel, os bendiga hoy y siempre.